domingo, 15 de mayo de 2011

Nueva estación; otro punto de partida.

Es toda una coincidencia (y como es sabido las casualidades no existen), hallarnos en tiempos de Feria del Libro, conocer a nuevos colegas escritores, acceder a otras obras literarias, y aun iniciar proyectos editoriales mientras espero respuesta a la posible publicación en grande de mi más reciente novela. Fueron unos cuatro o cinco años de maduración y trabajo más irregular de lo que hubiera deseado. Los accidentes de la vida enriquecen la ficción pero a veces dificultan el proceso de crearla. Comencé a escribir esta novela que lleva el título de El cliente tatuado en mi apartamento de Filadelfia y como tema una indagación en las esencias del ser estadounidense.Tal como ocurrió con Fijar la mirada, a mitad del proceso sobrevino otro quiebre, otro detenerse. Atrás debieron quedar la bella ciudad, otra porción de mi biblioteca personal y algunos amigos. También el empleo y hasta el apartamento, pero estos son detalles menores. La novela pudo por fin llegar a término en esta ciudad hermosa y controversial que es Santo Domingo. Ahora enfrenta la criba de alguna editorial... Y en lo que parece y no es coincidencia, en medio de estos dias de Feria en mi mente va tomando cuerpo la nube de ideas, el impulso, los vientos huracanados que parirán otra obra.Por ahora no adelanto nada; sólo la certeza de que esta, de alguna manera, tendrá relación con la vida y la magia de la que es por ahora mi última estación: La telúrica Republica Dominicana. Con todo ello en mente vuelvo al blog buscando recuperar el diálogo con quienes viven la pasión de la literatura. Con ustedes quiero conversar… ¡Hola! ¿Hay alguien ahí?

1 comentario:

eco dijo...

Un grito, que crea una resonancia, una resonancia que crea un eco, un eco que responde la pregunta, la pregunta, que trae una respuesta, la respuesta que funciona como espejo. Espejo, eco, reflejo.