miércoles, 20 de marzo de 2013

EXTRANJERO

Increíblemente han transcurrido 356 días desde la última vez que actualicé este blog. Muchas son las razones; entre ellas, el proceso de "acabado", edición y publicación de mi más reciente novela, El cliente tatuado, que se presenta justo en unos días, el 26 de marzo en Casa de Teatro, en Santo Domingo, y luego en Chile, el 4 de abril, en La Chascona. Pero la verdadera razón es el imperdonable abandono de una herramienta de comunicación que por momentos me pareció ineficaz. Error de mi parte que quiero rectificar (en parte, culpa de la insistencia de Camilo Venegas). Ahora regreso y lo hago impelido por algo que catapultó (termino con sabor medieval este) una reacción en forma de reflexión más o menos literaria. Aquí voy con el tema de marras. En los años 80's se hizo popular en Cuba, a veces a manera de chiste, un fenómeno extraño. A la pregunta "Qué quieres ser cuando seas grande?"; much@s niñ@s dejaron de responder con el socorrido "médico", abogad@", "ingenier@", etc. y apareció una nueva "profesión": Extranjer@! Es que nadie vivía en Cuba tan bien como lo hacían los extranjeros, seres superiores dueños de todo aquello de lo que el cubano carecía! Para entonces yo, un joven revolucionario, aun defensor de la utopía ya decadente; consideraba aquella salida como pueril, errática, o cuando menos, consecuencia de las carencias cotidianas siempre impuestas por "el asedio al país", "culpa del enemigo". Era gracioso, claro, pero sobre todo, pensaba yo, superficial, snob. Mis tendencias nómadas se fueron fortaleciendo con el tiempo y mi conocimiento de medio mundo. Mi trabajo me permitía viajar. Mi pensamiento "monolítico" cedió espacio a las dudas. Un día me di cuenta de que había otras verdades, muchos universos, diversas miradas. Ya crecido, no me atrevía a decirlo, pero en mi cabeza yo también quería ser extranjero. Y conseguí serlo en muchos sitios diversos. Y me sentí cómodo. Viví por espacios de tiempo diversos en diferentes países; en plan de descubridor sediento de otras realidades y sus culturas. Era bueno ser extranjero y así fue por muchos años. Y así ha sido hasta hoy. Esta misma mañana me permití insertar una nota en las redes sociales, celebrando la rotunda victoria de República Dominicana en el Clásico Mundial de Béisbol, evento que disfruté como el que más. En tono de humor, dije que si el país funcionara como su equipo campeón, sería el mejor del mundo. Este país es realmente bello y conserva muchas de las tradiciones que hacían la existencia más humana y disfrutable, aunque ya los mismos dominicanos no puedan apreciar su valor, tal vez porque lo perciben como algo natural, dado. Ignoran que el resto del mundo daría la vida por recuperarlas. Hice referencia al hecho de que para lograr ese lugar cimero, solo tendrían que arreglar algunos problemas. Luego pude comprobar que ese tipo de opinión, no gusta, y sospecho que muchos sienten lo mismo; no se sienten bien cuando los extranjeros opinan sobre sus problemas. Pues bien; no soy aquí un turista ni alguien frívolo que viene a aprovecharse de las bondades de esta media isla. Escogí vivir aquí y aquí contribuyo todo lo que puedo. Quiero hacer mía esta tierra en la que, quizás, transcurran los últimos años de mi vida. No puedo evitar dolerme de los problemas ni ser feliz con sus logros y virtudes. Pero, descubrir que, posiblemente, solo puedo ser alguien de quien obtener los posibles beneficios de mis servicios, pero a quien no se acepte como un par, como un propio que siente, padece y opina, me hace pensar en aquellos niños que alguna vez respondieron a la pregunta de marras: "Cuando sea grande quiero ser extranjero". No quiero juzgar pero, esa hipersensibilidad (que no es únicamente dominicana); me llevara a dar la misma respuesta?