Muchas veces la vida se asemeja a una enorme y transitada estación de trenes. Ves la gente pasar en todas direcciones y no sabes qué tren tomarán, hacia dónde se dirigen. Ignoras si sus viajes serán largos o breves(incluso ignoras la extensión y alcance de tu propio andar). Hay gente que no va a ninguna parte; que sólo merodea allí, contemplando extasiados a los muchos que arriban mientras otros parten...
Hace unos días una señora que pasa los 60's me pedía opinión sobre su primer cuento (muy interesante por cierto), dudando si aun tendría tiempo para iniciarse en el oficio de escribir... Hoy, un amigo entrañable me habló de la inminente partida de su padre; de ciertos problemas de salud de su esposa, mientras a unos pasos de mi asiento, una mujer muy enferma declaraba querer seguir viviendo, aunque ignora el grave acecho de su padecimiento... Entonces te pones a pesar el tiempo, a tratar de deconstruir la existencia, conocer mecanismos, tuercas y tornillos que hacen de la vida lo que es... lo que cada cual cree que es... Del letargo me saca una llamada telefónica de mi hijo. Eufórico, anuncia el embarazo de su novia. Luego un mensaje electrónico da cuenta de mi nombramiento para un buen trabajo en mi campo profesional; y leo a una amiga declarar en Fb su alegría de vivir... Entonces abandono mi atalaya en el viejo banco de hierro fundido. Me dirijo al andén, busco en las pantallas la ubicación del tren de más largo recorrido, y salto a la plataforma del coche más cercano. Es el coche-bar. Pido un trago y me acomodo frente a una ventanilla. Cuando el convoy (que ya no traquetea fatigoso como en los viejos tiempos, sino que silba en suspensión sobre los rieles), comienza a moverse... miro la multitud que llega y va, ahora enjambre borroso que se aleja en perspectiva y comprendo que la vida es eso, pero también es mucho más, y que es justo por eso que me estoy alejando... Tomo un trago que disfruto como toda una cena, dejo que el sol me ciegue por un momento y me dispongo a seguir, apaciblemente, a llegar a mi destino y saltar a un nuevo tren de largo itinerario... hasta que llegue el fin sin advertirlo. Entonces y aun desde antes, a otros tocara seguir con la indagación, mientras la vida pasa... siempre pasa sin que algunos nos demos cuenta, o cuando (para muchos) es ya demasiado tarde...
Ciudadano del mundo, residente de momento en Santo Domingo... Escritor, nómada, amante de los libros, del mar, la buena música y las buenas amistades.
viernes, 3 de septiembre de 2010
jueves, 2 de septiembre de 2010
Comenzar de nuevo
Superada la contusión existencial que todo reinicio implica; puedo escribir una breve nota desde la nueva orilla. Un mar ancho y ya no tan ajeno se extiende entre mis pies descalzos y allá, lejos, adonde alcanza a ver mi vista. Si me diera vuelta, podría contemplar la silueta aun visible, aunque ya algo difusa del territorio dejado atrás. Pero no lo hago. Cuando un día de febrero (hace ya unos ocho años), salí del espacio donde nací y decidí no regresar, aprendí la lección. Cuando das un paso así; cuando quieres comenzar de nuevo, debes ser radical. "Cortar por lo sano". Aunque prefiero los claros oscuros, en una situación así no hay espacio para decisiones a medias. Convéncete que el ayer es eso, pasado, espacio que no te pertenece. Déjate llenar por todo lo que es ahora presente y desde ya futuro. "No mires atrás". Lo que del pasado tenga valor (tu bagaje, los afectos), se quedará contigo definitivamente, guardado en algún sitio de tu mente donde no lacera. Lo que busques a propósito, avasallado por la nostalgia, será lastre que te mantendrá en la orilla. Una sensación desagradable de pies inmovilizados y salpicaduras frías permanecerá y no podrás entrar al agua, ni sentir la sensación de libertad que produce un baño de mar desnudo, y seguir avanzando hasta que esa linea, que hoy fue futuro, se convierta en presente. Y quieras comenzar de nuevo.
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